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- El autor -

sábado, 16 de febrero de 2013

LA REPRESIÓN COMO ESCARMIENTO

 “Pueden romper un dedo, pero el puño es fuerte”
- Freie Deutsche Jugend (Juventud Libre Alemana) -



Que la clase trabajadora carga sobre sus espaldas todo el peso de la crisis estructural del capitalismo resulta una obviedad tan irrebatible como fundamental a la hora de realizar cualquier análisis. Pero hay un sector de ésta que sufre con cada vez más intensidad un creciente grado de represión con el que se pretende sembrar el miedo y garantizar la sumisión dentro de sus filas. Se trata de todos aquellos movimientos de masas que mantienen una postura crítica y de carácter combativo y que de un tiempo a esta parte vienen denunciando las brutales medidas impuestas por la oligarquía, medidas antipopulares que atacan principalmente a lo público para de este modo recuperar a toda costa su cuota de beneficio.

La clase dominante se sirve como de costumbre de su brazo armado, las fuerzas de seguridad, para intensificar y esparcir la represión sobre los grupos más conscientes que se originan tanto desde las luchas estudiantiles como de los trabajadores que padecen los recortes y las reformas laborales, para quienes sólo les queda la voz para hacerles frente. También, por las mismas motivaciones hemos visto acrecentarse el intento de acallar la voz de los sindicalistas de clase más conscientes o por criminalizar a cualquier organización de naturaleza anticapitalista o antifascista, siendo sus militantes y activistas, especialmente los más jóvenes, el objetivo que señala la burguesía por ser uno de sus principales temores.

Se multiplican los montajes policiales, las detenciones injustificadas, los registros completamente arbitrarios, los expedientes y las multas desorbitadas por motivos de lo más irrisorios y en los casos más sonados, la cárcel. Las movilizaciones populares como las protestas, las huelgas o las manifestaciones son el caldo de cultivo de las represalias de un sistema que precisa de cabezas de turco para escarmentar a todo aquel que tenga la osadía de cuestionar de forma activa a esta cada vez más antidemocrática democracia burguesa, sierva indiscutible de los intereses de un capitalismo junto al que la clase trabajadora ya no le queda más camino que recorrer.

 El objetivo es más que evidente, obstaculizar y dar freno a las luchas de quienes defienden a ultranza los derechos que antaño conquistó la clase obrera, para mantener así un relativo equilibrio dentro de un sistema que se tambalea, por medio de mecanismos represivos perpetrados por auténticos mercenarios que asumen su papel de guardianes de algo que ni ellos mismos alcanzan a entender. Con lo que quizá no cuente, o tal vez se tema la clase que hoy sostiene el poder, es con que el miedo de los trabajadores y las trabajadoras, de los y las estudiantes está siendo reemplazado por una cada vez mayor conciencia crítica y percepción clasista.

Ellos utilizan la represión como escarmiento, pero las armas más poderosas que tiene la clase obrera son  la apremiante capacidad de organizarse y tomar las riendas de sus propios intereses, la valiosa ventaja de que sin ella no haya un solo engranaje que funcione, y por supuesto, la solidaridad.

(Dedicado a los tres antifascista detenidos en Castellón el pasado 13 de febrero)

- Kevin Laden - 

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