Todo el contenido de este blog es obra de su autor y por tanto, estrictamente personal y sin ningún tipo de filtros o consensos.
En el caso de haber sido publicados los textos en cualquier otro tipo de publicaciones, será indicado en los mismos.
- El autor -

viernes, 8 de marzo de 2013

8 DE MARZO: HOY NO ES EL DÍA DE TODAS LAS MUJERES


”En lo que respecta a la mujer proletaria, es la necesidad del capitalismo de explotar y buscar incesantemente mano de obra barata lo que ha dado lugar a la cuestión femenina. Por tanto, la batalla de la mujer proletaria no puede ser igual a la que la mujer burguesa libra contra el varón de su clase.”


Aunque lo que verdaderamente pareció demarcar el ya de por sí difuso origen del Día Internacional de la Mujer Trabajadora fue el incendio que asoló la neoyorquina fábrica de “Triangle Shirtwaist Company”, en el que fueron encerradas 140 trabajadoras – además de seis trabajadores – que acabaron muriendo calcinadas o asfixiadas por el humo, lo cierto es que quizá el germen de este día lo podamos encontrar en la II Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910. En ella, la dirigente comunista y ferviente luchadora feminista alemana Clara Zetkin manifestó la necesidad de la existencia de un determinado día de lucha para las mujeres obreras. Si bien de esta conferencia no saldría una fecha específica y a partir de entonces el día variaba según el país, fue cuatro años después cuando Alemania comenzó a celebrar este día en la fecha del 8 de marzo. Más tarde se produciría en Petrogrado un fuerte levantamiento por parte de las trabajadoras del sector textil contra la explotación, la desigualdad y la miseria que padecían bajo el dominio zarista, dando lugar así a una masiva huelga que sería decisiva para la primera fase de la Revolución Rusa, conocida como la Revolución de Febrero (estos hechos ocurrieron un 23 de febrero según el calendario juliano, 8 de marzo según el gregoriano u occidental), así como para el reconocimiento a escala internacional de la fecha. Aunque su asentamiento oficial y definitivo no sería hasta la Conferencia de Mujeres Socialistas que se celebró en la URSS en 1921. 

En nuestros días se celebra sencillamente el Día Internacional de la Mujer desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidiera en 1975, en un claro ejercicio de manipulación histórica, arrancar de un plumazo  cualquier carácter de clase que este día pudiera haber tenido en el pasado, borrando de la memoria colectiva la directa conexión que existía entre la lucha de las mujeres por su emancipación y la Revolución Socialista de Octubre. Hoy nos presentan el 8 de marzo como una reivindicación de naturaleza interclasista en que la mujer manifiesta su feminidad a golpe de bailes y cánticos, y pasan a un segundo plano sus más justas batallas, como son la violencia que ejerce sobre ellas el patriarcado dejando al año centenares de víctimas en todo el mundo o la doble explotación que sufren en sus puestos de trabajo como mujeres y como clase obrera. Se reducen las que históricamente han sido las principales luchas de la mujer trabajadora a meras reclamaciones de igualdad de género cargadas de benevolencia y folclore, y son despojadas de cualquier atisbo de combatividad que pueda convertir al sexo débil en ese tan temido ente que piense y actúe por sí mismo, como lo son todas aquellas mujeres que saben que junto a la burguesía no hay igualdad posible. Hoy la burguesa bien posicionada se viste de feminista y grita a los cuatro vientos que quiere derechos mientras haya un periodista cerca para dejar constancia, mas no dice que exige “pan y paz”, sino que pide igualdad y respeto, perpetuando así la vieja concepción de que la mujer es una criatura frágil a la que hay que mimar y defender, pero jamás instar a que alce el vuelo y tome los mandos de su propia guerra, no vaya a ser que esto suceda y que el fantasma de Lydia Litvak despegue de nuevo. 

Al sistema capitalista no le interesa ni le ha interesado jamás acabar ni con el feminicidio, ni con la desvalorización del trabajo ni con la explotación laboral tanto de clase como de género, pues la desigualdad y la opresión son inherentes al capitalismo e imprescindibles para su natural funcionamiento. Es por tanto más que un requisito, una obligación moral el arrebatarle a las instituciones lo que sin duda fue uno más de los logros del proletariado, el dejar patente y no olvidar que las sendas de las mayores conquistas sociales han sido dibujadas con las huellas de pasos de mujeres, las mismas huellas que han de marcar hoy el camino que las conducirá junto con el resto de la clase oprimida a la ruptura definitiva con el capitalismo que nos exprime a todos y a todas, y con el patriarcado como su inseparable apéndice y encargado de exprimirlas exclusivamente a ellas todavía más. La mujer obrera es por tanto un ser socialmente desamparado, pero igualmente implacable en la contienda y aquí la historia me da la razón. A nadie conviene olvidársele ni en un día como hoy, ni nunca. Hoy es un día de luchadoras, no de cobardes.  

- Kevin Laden -

No hay comentarios:

Publicar un comentario